lunes, 31 de agosto de 2009

Mudanza (I)

Volví, al menos a los mundos de internet. Porque lo que viene siendo el mundo físico, estoy totalmente a caballo entre Alicante y Valencia. El piso de estudiantes (que bien suena) en el que voy a habitar está ya casi casi apunto, pero hay que apurar los ultimos dias en el nido, no sea que luego me quede sin herencia porque se me noten demasiado las ansias.

Ah, el piso. Bélgica 12. Solo decir que es una doceava (puerta 12, piso 12) altura y que además todos los edificios en muuuchas manzanas son bastante mas bajitos... lo cual deja una visión de la ciudad bastante impresionante, de una punta a otra. Se me va a meter la altura en los ojos y ya no querré bajar. Por lo pronto, en la terraza nos cabe un sofá. ¡Un sofá de 12 alturas! Por no hablar del espectáculo de luces nocturnas o del momento en el que haya una tormenta y veamos la lluvia caer sobre toda la ciudad. Eso es lo bueno.

Lo "malo" es que aquí un servidor ya se está empezando a manchar las manos de aceite y harina, adentrándose en esos mundos infinitos de las recetas de cocina. Menos mal que me gusta marear con los alimentos, que si no... ¡Uf! Y limpiar, y estudiar. Estudiar. Una nueva universidad, 86 créditos en un curso, merced a 4 asignaturas perdidas en convalidaciones. Pasar de 15 personas en clase (sin exagerar, en Elche no había mas telecos por quinta) a mas de 100.

Y cambios, y cambios, y más cambios. That's Life.

Antes, toca hacer maletas y elegir qué me llevo. Practicamente nada que no sea ropa y cosas útiles, me parece. Cambios. A ciertas personas sí que me las llevaba, no lo niego. Al final se les cogen cariño, por bordes, infieles, arrogantes o histriónicos que sean. Son mis amigos. Tienen sus defectos, pero son mis amigos. Y me llevo la lección aprendida. Enseñada en la Vereda, en la facultad, en mi instituto, en el parque de Gadea, la Ereta, el Benacantil. El Postiguet, San Blas. Waslala. En calles, portales, jardines y casas.

Alicante. La dejo hasta arriba de recuerdos, con sus lugares y sus personas. Ojalá pudiera encerrarla en una bolita de cristal para que no se borrase nada, no olvidar nunca.

Como suelo decir: en fin...

sábado, 29 de agosto de 2009

Caminante, no hay camino.

Hay una cosa que no paran de repetirme las calles de Valencia. Lo dijo Machado, lo cantó Serrat y mire donde mire lo veo escrito. Dicen las calles, dicen los edificios, las luces de la nueva ciudad, dicen las paredes en blanco de mi cuarto y las fotos que poco a poco empiezan a poblarlas...